Siento mover mis fibras hoy. Una gata que comparte la vida conmigo tiene celo. es decir, tiene apetito sexual y hay dos gatos grandes, fuertes y agresivos turnándose para montarla. Ella llega a un acuerdo con los dos. Esperan su turno. Le riñe a un gato cuando se la tira mal.
Me sentí fuera de control, y llamé a la veterinaria, decidida a castrarla mañana. En éste momento estoy tranquila y he decidido dejarla satisfacer su apetito, pues mañana será el procedimiento. Toda la noche de ayer estuve batallando con el par de gatos, que querían entrar a la casa, y yo, tratando de mantener a MI gata, virgen, pura y ecuánime. Tal como mi mamá a mí.
No soy su madre, si lo fuera, comprendería las implicaciones de estar caliente y seguro la dejaría ir, o ya se me habría olvidado que es mi hija, así que me importaría un carajo que fuera a tirar con quien le pareciese.
No puedo comprenderla, ni poquito: no soy un gato ni de cerca, soy un mono. estoy en un sistema en donde creo que todo ser a mi cuidado debe domesticarse -para servir al sistema-, y en las épocas de control prenatal en el que cualquiera es responsable de su condón y pastillas, me costó la noche pensar en la reproducción de la gata tras su placer erótico.
Soltar a la gata. Soltarme yo.